"Manipularon la psiquis de senadores de EEUU para financiar la guerra"
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"Manipularon la psiquis de senadores de EEUU para financiar la guerra"
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En Estados Unidos la revista Rolling Stone ha tenido últimamente fuerte impacto criticando la guerra en Afganistán. Hace unos meses una nota escrita por Michael Hastings generó una gran controversia y el presidente Obama aceptó la renuncia del generalísimo Stanley McChrystal (quién en un reportaje supuestamente se expresó de forma irrespetuosa sobre el Vicepresidente Biden y varios otros hombres de la administración Demócrata).
Ahora surge una nueva investigación en la cual la publicación y el mismo autor hacen referencia a una práctica de “operación psicológica” que fuera supuestamente aplicada a varios de los visitantes oficiales que viajaban a interiorizarse sobre lo que ocurría en el frente de combate. El objetivo, según afirma el autor de la nota, superó por momentos a la guerra misma. “Pareciera que estaban más interesados en cómo financiarse y menos en las guerrillas talibanas a las cuales tenían que combatir”, aunque gran parte de la discusión tiene que ver con los fondos adicionales para entrenamiento de fuerzas de seguridad afganas.
El teniente general William Caldwell habría ordenado –la revista dice tener documentación que prueba el caso-, que un equipo especial de psicólogos de guerra se concentre en los congresistas y altos militares del Pentágono que llegaban a Afganistán, aplicándoles una suerte de “seguimiento especial” y presentándoles material, para que éstos lleguen a ciertas conclusiones. El objetivo era lograr que el Congreso norteamericano apruebe mayores partidas para mantener una controvertida situación bélica que por lo general ha aportado resultados ciertamente vagos y discutibles.
El artículo menciona que entre las distintas figuras elegidas como blancos estuvieron el ex candidato a presidente John Mc Cain, el actual almirante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas Mike Mullen, y los senadores Joe Lieberman, Jack Reed, Al Franken y Carl Levin, y otros importantes miembros en los Comités de temas de Defensa en el Congreso. A la operación la llamaron “Fourth Star” (cuarta estrella), y si bien originalmente la pensaron para Estados Unidos, luego también han querido extenderla a los países que conforman la alianza estratégica militar OTAN, y la aplicaron inclusive con un ministro del Interior alemán. El teniente Caldwell, a través de un vocero, ha negado enfáticamente lo que el artículo menciona.
Las tácticas de intimidación y manipulación psicológica están solamente autorizadas si se practican, bajo supervisión y aprobación, pero a tropas enemigas. El hecho de utilizarlas para conseguir fuentes de financiamiento internas constituiría un grave delito.
Según informa el New York Times, el actual comandante de las fuerzas norteamericanas en Afganistán, David Petraeus, ha ordenado que se haga una investigación al respecto, para determinar si lo que afirma la revista tiene veracidad. También uno de los senadores, el Demócrata de Michigan Carl Levin, ha mencionado que de ser ésto cierto “ha sido una pérdida de tiempo y esfuerzo, pues nadie me ha tenido que convencer en la necesidad de incrementar tanto el entrenamiento local y lograr mayor seguridad en Afganistán”. Pero el artículo cierra diciendo que en enero pasado, los generales que están en Afganistán pidieron al Pentágono que haga presión para entrenar a 70 mil afganos más, programa que costaría otros 2 mil millones de dólares.
Ahora surge una nueva investigación en la cual la publicación y el mismo autor hacen referencia a una práctica de “operación psicológica” que fuera supuestamente aplicada a varios de los visitantes oficiales que viajaban a interiorizarse sobre lo que ocurría en el frente de combate. El objetivo, según afirma el autor de la nota, superó por momentos a la guerra misma. “Pareciera que estaban más interesados en cómo financiarse y menos en las guerrillas talibanas a las cuales tenían que combatir”, aunque gran parte de la discusión tiene que ver con los fondos adicionales para entrenamiento de fuerzas de seguridad afganas.
El teniente general William Caldwell habría ordenado –la revista dice tener documentación que prueba el caso-, que un equipo especial de psicólogos de guerra se concentre en los congresistas y altos militares del Pentágono que llegaban a Afganistán, aplicándoles una suerte de “seguimiento especial” y presentándoles material, para que éstos lleguen a ciertas conclusiones. El objetivo era lograr que el Congreso norteamericano apruebe mayores partidas para mantener una controvertida situación bélica que por lo general ha aportado resultados ciertamente vagos y discutibles.
El artículo menciona que entre las distintas figuras elegidas como blancos estuvieron el ex candidato a presidente John Mc Cain, el actual almirante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas Mike Mullen, y los senadores Joe Lieberman, Jack Reed, Al Franken y Carl Levin, y otros importantes miembros en los Comités de temas de Defensa en el Congreso. A la operación la llamaron “Fourth Star” (cuarta estrella), y si bien originalmente la pensaron para Estados Unidos, luego también han querido extenderla a los países que conforman la alianza estratégica militar OTAN, y la aplicaron inclusive con un ministro del Interior alemán. El teniente Caldwell, a través de un vocero, ha negado enfáticamente lo que el artículo menciona.
Las tácticas de intimidación y manipulación psicológica están solamente autorizadas si se practican, bajo supervisión y aprobación, pero a tropas enemigas. El hecho de utilizarlas para conseguir fuentes de financiamiento internas constituiría un grave delito.
Según informa el New York Times, el actual comandante de las fuerzas norteamericanas en Afganistán, David Petraeus, ha ordenado que se haga una investigación al respecto, para determinar si lo que afirma la revista tiene veracidad. También uno de los senadores, el Demócrata de Michigan Carl Levin, ha mencionado que de ser ésto cierto “ha sido una pérdida de tiempo y esfuerzo, pues nadie me ha tenido que convencer en la necesidad de incrementar tanto el entrenamiento local y lograr mayor seguridad en Afganistán”. Pero el artículo cierra diciendo que en enero pasado, los generales que están en Afganistán pidieron al Pentágono que haga presión para entrenar a 70 mil afganos más, programa que costaría otros 2 mil millones de dólares.
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